LOS MANUELES

10.12.2018

Cohetes y cohetones acompañan a los ya famosos Manueles, personajes chuscos y pintorescos que nos llevan a recordar la leyenda del pueblo: Don Manuel, el tradicional "gachupín", aquel rico hacendado y bodeguero que acaparaba la riqueza de una comunidad determinada, es el hombre poderoso y rico llegado de la Madre Patria a la Nueva España, donde tiene encomendado a un buen grupo de indígenas pobres y desventurados que depende directamente de su mandato. Su compañera, "la Vieja", es una mujer adulta, blanca y regordeta que satirizan los danzantes poniéndole un gigantesco polizón que se mueve rítmicamente al contoneo constante de sus anchas caderas, como un guitarrón desafinado. Es ella la encargada de dar todas las pautas del baile; al son que ella baila, tienen que bailar los demás, incluso su viejo Manuel, que luce un largo cigarrillo en su boca chueca, con ese gesto de poder. El público llega a sentir aquel ritmo tan parejo y singular de esa danza colonial mexicana que nos remonta a distinguir a los opresores y a los sumisos indios y mestizos que con sus suaves máscaras reflejan la limpieza de su espíritu, tan ultrajado por un nuevo grupo de conquistadores a los cuales había que obedecer y ajustarse a nuevos hábitos y costumbres.


Los Manueles

Los bastones de mano de cada danzante son figuras de víboras que les sirven para sostener algunos giros propios de la danza. De colores vistosos, medias y calzones con encajes y bolillos almidonados. Es la dualidad: México y España unidos por necesidades propias de supervivencia. Se muestra el coraje y la inconformidad de ser humillado y explotado. La sonaja que llevan en la mano contrasta con el baile, al son de un tamborcillo y las suaves notas de un violín.      

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